La represión, el consenso y el conformismo de “la criada”

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cuentos de la criada

La Criada, es el personaje principal de “El cuento de la Criada” de la escritora Margaret Atwood, publicada en 1985, es una denuncia a la sociedad patriarcal. Esta novela es un recordatorio de todo lo que aún nos falta por avanzar en la conquista de nuestros derechos ciudadanos, nos hace reflexionar que las demandas de las feministas de la Revolución Francesa, después de más de 200 años de lucha siguen teniendo vigencia; y, es una invitación a cuidar el derecho a la vida pública que hoy gozamos, en occidente, ya que siempre se pueden perder, como lo perdieron progresivamente las mujeres de Gilead.

La verdad está ligada circularmente a los sistemas de poder que la producen y la mantienen, y a los efectos de poder que induce y que la acompañan[1]Así, el orden en el Cuento de la Criada se establece por un régimen totalitario, que no posee clases sino capas sociales, donde no hay separación entre sociedad civil y Estado, este último, encarnado en el Comandante, quien tiene acceso a todos los privilegios posibles del orden y a mayor cantidad de cuerpos femeninos a su disposición: una esposa, marthas, y dependiendo de las posibilidades reproductivas de la Esposa: una Criada, y un prostíbulo secreto: el Jezebel´s.

El contexto de la novela es, un territorio en guerra donde se sufre de una crisis demográfica por la infertilidad de las mujeres, partiendo de la premisa de que ellas son las únicas culpables posibles, por ello el cuerpo femenino con capacidades reproductivas es un bien escaso, colocado a disposición del Estado para su administración. La biblia justifica el régimen de veridicción (posee la verdad), se hizo ley y pretende para sí la hegemonía ideológica. Las relaciones se establecen alrededor del género, los hombres tienen el poder y las mujeres pueden tener o no acceso a privilegios, según, el rol que le sea asignado y la capa social en la que se encuentra gracias a “su dueño”.

En Las Calles, Los Guardianes, están desplegados vigilantes por toda la ciudad. Ellos no tienen acceso a cuerpos femeninos, pero, pueden ascender a Ángeles. Hay un muro, un recurso que sirve más para los vivos que para los muertos, en el figuraban personas colgadas por haber atentado contra “el bien común”: la maternidad (como médicos que practican abortos).

Existen Centros de Educación Especial para las criadas, donde se enseña fundamentalmente: La palabra de Dios, el arte de permitir sistemáticamente la violación, vigilar y desconfiar siempre de las otras compañeras. Las encargadas del trabajo educativo son las Tías, el único grupo de mujeres que en el ejercicio de sus funciones, sus privilegios inmediatos no les vienen dados de la autoridad del hombre sino de las posibilidades que su cargo les brinda, como: el acceso a la lectura (son las únicas que pueden leer). Quienes se nieguen a ser criadas o a adaptarse al nuevo orden, son categorizadas o reclasificadas como No Mujeres, y son enviadas a realizar trabajos forzados a un lugar donde nadie quiere ir: Las Colinas.

La Familia está conformada por: un  Ángel, que es el escolta del comandante y puede casarse; Una Esposa (del comandante), poseedora de los mayores privilegios, dentro del hogar respecto a su género, la única con potestad para ejercer violencia física en contra de la criada, siempre y cuando no atente contra la maternidad, su poder disciplinario le permite la reclasificación de la Criada a una “No Mujer” y viste de color azul; Dos Marthas, encargadas de lo doméstico, dar de comer, limpiar, cuidar a la familia. Ellas, deben evitar enfermarse o mostrar cansancio, pues siempre están en riesgo de convertirse en No Mujeres, y visten de color verde; y, una Criada, mujer educada para ser violada, desprovista de su identidad y su familia, es ocupada exclusivamente para la procreación, su cuerpo es un objeto estatizado, administrado por una burocracia con privilegios. Es parte de la reserva nacional. Sus nombres se forman con la preposición “de” seguido del nombre del Comandante que le tocó, usan vestidos rojos.

Aunque son perturbadores los elementos que componen esta historia, si uno se pasea por el mundo y su historia, puede encontrarse con hechos que superan esta distopía: mujeres víctimas de acoso y violación sexual no solo por parte de hombres, sino también por parte de perros; otras que sufrieron la introducción de ratas dentro de sus úteros con el fin de destrozar sus órganos reproductivos. Y cotidianamente en la actualidad se realizan mutilaciones genitales, bodas entre adultos o ancianos y niñas, femicidios y feminicidios, explotación sexual, etc. Todavía seguimos sin acceso a todos los derechos humanos, siendo víctimas de una cultura machista que a partir del género hace normas biológicas que oprimen a los hombres y a las mujeres. Defred, la Criada de este cuento, es una representación de uno de los distintos rostros golpeados por un modelo de patriarcado.

           La Represión a Defred:

Lo que temen no es que nos escapemos – al fin y al cabo no llegaríamos muy lejos – sino esas otras salidas, las que puedes abrir en tu interior si tienes una mente aguda.”[2]

La consolidación de un nuevo orden, se sustenta sobre un régimen de represión y facilitamiento selectivo, es decir, a unos grupos se le exige consenso a través del dolor y a otros por medio del placer de los privilegios. Estos grupos de represión diferencial, están determinados por la aceptación y el papel que el sujeto tiene ante la reproducción del orden. Defred es considerada como una vida importante porque puede tener hijos, así, la represión para ella no involucran la desaparición sino la coaptación. Ella, es una no creyente del nuevo orden matricentrado, pues viene del viejo orden y eso la convierte en un sujeto reprimible.

La represión inicia cuando el nuevo orden naturaliza el secuestro de las mujeres que pueden ser madres para darle hijos al Estado (comandante) dejándola sin posibilidades para elegir. Se le mantiene viva sólo para cumplir tareas sexuales, es lo único que tiene permitido hacer, la han convertido en un objeto. La ceremonia de la violación, donde la familia está presente, logra que se consolide como un hecho “público” y en complicidad de la manada. Defred relataba:

Tengo la falda roja levantada, pero sólo hasta la cintura. Debajo de ésta, el Comandante está follando. Lo que está follando es la parte inferior de mi cuerpo. No digo haciendo el amor, porque no es lo que hace. Copular tampoco sería una expresión adecuada, porque supone la participación de dos personas, y aquí sólo hay una implicada.”[3]

Los Comandantes, logran un pacto de poder en el que los cuerpos femeninos, territorios simbólicos con capacidad de sembrar la vida, están a su completo servicio y ya no necesitan matar en términos materiales, el Estado necesita colonizar asesinar simbólicamente al sujeto naturalizando la condición de violador, exhibiendo su poder a través de los cuerpos femeninos. Defred, en principio se niega recordando su nombre, atesorando los recuerdos de la familia que tuvo, las libertades de elegir que eran mucho más amplias entre ser una Criada o una No Mujer. Y ante la resistencia a la colonización ella desearía que hubiesen espacios para el suicidio.

autora el cuento de la criada

Margaret Atwood

El Consenso entre La Criada y el poder:

Lo que hace que el poder agarre, que se le acepte, es simplemente que no pesa solamente como una fuerza que dice no, sino que de hecho la atraviesa, produce cosas, induce placer, forma saber, produce discursos; es preciso considerarlo como una red productiva que atraviesa todo el cuerpo social más que como una instancia negativa que tiene como función reprimir.”[4]

Para Arendt, H., según Grüner, E., es: la labor (de satisfacer nuestras necesidades para vivir), el trabajo (de transformar la naturaleza), y la acción (de la conquista de la libertad); las actividades a través de las cuales los sujetos tomamos una posición en el mundo[5]. Ahora bien, en este caso cuando la racionalidad no surge a partir de un consenso (que también puede ser manipulable), sino, de la racionalidad instrumental del poder (de la que habla Marx Weber) estamos frente a un poder totalitario que logra la unión entre Estado y sociedad civil, para imponer su dominio sobre el resto, ya no sólo desde las posibilidades físicas, sino inclusive desde las posibilidades intangibles del sujeto dominado.

Dentro de la familia, en el Cuento de la Criada, hay una serie de consensos que sirven para administrar eficazmente la violencia, para ello se construye un nuevo sujeto comprometido con el orden, que en un consenso activo, le hace capaz de movilizarse para defender aquello que lo oprime. Ahí es donde está el verdadero triunfo de la dominación profunda: la intelectual y la moral. Defred, La Criada, lo afirma diciendo: “Si mi vida es llevadera, tal vez lo que ellos están haciendo es lo correcto, después de todo.”[6]

El comandante, para crear un consenso con La Criada, empezaba a ofrecerle espacios de goces prohibidos: leer, hablar, salidas nocturnas. Esto le funcionaba para dos cosas: establecer relaciones de menos hostilidad e inclusive de armonía; y, para demostrar sin lugar a dudas quien ostentaba el poder. Mientras ella, se conforma con el acceso a privilegios que, antes del nuevo orden eran derechos que ella podía darse por cuenta propia y, ahora le eran administrados por terceros.

Serena Joy (La Esposa), llega a entablar una relación de complicidad con Defred y le permite verse con el Ángel Nick para que intimen, pues ella sospecha que el infértil es El Comandante. Es decir, el régimen de verdad se pone en duda, pero incluso así el fin último es lograr que La Criada cumpla el rol materno que el Estado le demanda. Y Defred, luego de tanta austeridad emocional cuando tiene la oportunidad para poder sentir y ser tocada “de verdad”, descubre que está dispuesta a quedarse en ese orden, en esa casa y en esas condiciones sólo por el privilegio de intimar con alguien.

Ella pensaba: “Quizá no se trata realmente de quién puede poseer a quién, de quién puede hacer qué a quién… Quizá no se trata de quién puede sentarse y quién tiene que arrodillarse o estar de pie o acostarse con las piernas abiertas. Quizá se trata de quién puede hacer qué a quién y ser perdonado por ello. No me digáis que significa lo mismo.”[7] Efectivamente es un asunto de poder que se convierte en acción a través del perdón, los hombres de este cuento son perdonados sistemáticamente por las mujeres, creando un área de consensos alrededor de la negociación de intereses propios. Por ello, los hombres tienen mayor facilidad de acceso al perdón femenino, pues ellos tienen privilegios que dar para negociar, la retribución es más clara y circula con mayor facilidad.

El Conformismo de La Criada:

“No se trata de la expansión de la hegemonía, sino de su retirada… el poder trabaja directamente sobre los cuerpos en la vida cotidiana, que alguna vez pareció ser el refugio de la política. De este modo… la poshegemonía es paradójicamente el triunfo de la hegemonía: la hegemonía está en todo y por todos lados.[8]

Los sujetos se convierten en soldados de su propia dominación, así se explica que Defred diga, finalizando la novela: “Debo olvidarme de mi nombre secreto y del camino de retorno. Ahora mi nombre es Defred, y aquí es donde vivo… Tengo ovarios sanos. Me queda una posibilidad.”[9]

Ella asume el sistema de veridicción que se le impuso, y se reconoce como pecadora por cuestiones que  en un principio no habría reconocido como tal, ahora está dispuesta a entregar su cuerpo, por miedo a la muerte, con todo y pensamiento. (No parece muy distante de la vida de muchas mujeres víctimas de violencia del mundo material y simbólico en el que vivimos).

En Defred se buscaba, y se logró con éxito, la instauración de un habitus, que Bourdie, Pierre, define como:“una capacidad infinita de engendrar, con total libertad (controlada), unos productos – pensamientos, percepciones, expresiones, acciones – que siempre tienen como límite las condiciones histórica y socialmente situadas de su producción, la libertad condicionada y condicional que él asegura está tan alejada de una creación de novedad imprevisibles como de una simple reproducción mecánica de los condicionamientos iniciales.”[10] Pero el habitus, no parecía haberse consumado, hasta que la Criada dice: “Dios mío, pienso, haré lo que quieras. Ahora que me has perdonado, me  destruiré si eso es lo que realmente deseas; me vaciaré realmente, me convertiré en un cáliz. Renunciaré a Nick, me olvidaré de los demás, dejaré de lamentarme. Aceptaré mi destino. Me sacrificaré. Me arrepentiré. Abdicaré. Renunciaré...”[11] y dice esto, porque sabe que no es un habitus razonable en el orden, y debe desmarcarse de “todas las “locuras”, es decir, todas las conductas condenadas a ser sancionadas negativamente por incompatibles con las condiciones objetivas.”[12] Para, luego asumir que desea la vida aunque sea como un mero objeto.

Hay que reconocer el papel del sentido común cuyos elementos principales están “provistos por las religiones; por lo tanto, la relación entre sentido común y religión es mucho más íntima que entre el sentido común y los sistemas filosóficos de los intelectuales.[13] Defred, no es más que un sujeto que cumple con un rol determinado dentro del sistema, es superada por las condiciones históricas de su existencia, ella se aleja progresivamente de su sentido común para adoptar uno nuevo en consonancia con la filosofía necesaria para la nueva élite en el poder. En El Cuento de la Criada se renunció al esfuerzo de convivir con la otredad en el campo de las diferencias con la posibilidad de construir espacios de equidad, al menos, ante la ley. Y se despojó a las mujeres de la posibilidad de escoger cualquier cosa.

Nota Final:

Fraternizar significa comportarse como un hermano. Me dijo Luke. Dijo que no existía ningún equivalente de comportarse como una hermana. Según él, tenía que ser sororizar, del latín.”[14] Esta es una de las moralejas en “El Cuento de la Criada”, es que la construcción de sororidad es la única opción de sobrevivencia. Un ejemplo es, la complicidad que surge de la necesidad que se tienen mutuamente una de la otra: Serena y Defred; Deglen y Defren; a pesar de que las estructuras las hayan creado para hacerlas enemigas, logran generar empatía entre ellas. Pero, recordemos: “Una rata que está dentro de un laberinto es libre de ir a cualquier sitio, siempre que permanezca dentro del laberinto.”[15]

Ante la escasez de recursos y de privilegios, la relación entre mujeres está construida para competir entre ellas, pues, cada una en su rol tiene algo que envidiarle a la otra haciendo difícil el reconocimiento y la posibilidad de la empatía entre el género femenino. En el espacio público, son Las Tías quienes encarnan la base de esta traición al grupo, ellas prestan su servicio para garantizar las posibilidades de sumisión y vejamen a sus pares de género.

Reconozco que, la reproducción de la vida requiere del relacionamiento con otros, y esta relación estará determinada por las diferentes características de un momento histórico, que hasta ahora siempre han sido de: dominación, dominados y de resistentes al poder. Quizá, sea esta necesidad del otro, la otra, les otres, lo que nos hace tan difícil la lucha ante el patriarcado, pues los feminismos y quienes que reconozcan la desigualdad social que le viene asignada por un género construido binariamente tienen que: trabajar, ir a la cama, hacer política, etc. muchas veces, con el “enemigo”: esa persona que sabe de sus privilegios y que decide no ser empático y mucho menos transformarse.

Para despedirme quiero compartir un corto ficción que me recuerda un poco al mito de la caverna de Platón, pero pensado desde las mujeres que no logran salir con vida de la cueva...


Dirección y guión: María José Bermúdez Rojas (IG: @mariadelosdioses - X: @mariadlosdioses)

Bibliografía:

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[1]Foucault, Michel. Verdad y Poder. Pág. 89

[2] Atwood, Margaret. Pág. 9

[3]Atwood, Margaret. Pág. 79

[4]Foucault, Michel. Verdad y Poder. Pág. 182.

[5]Grüner, Eduardo. Las formas de la Espada. Miseria de la teoría política de la violencia. Recuperado de: https://books.google.co.ve/books?id=mFzbUT-QWZAC&pg=PA31&hl=es&source=gbs_toc_r&cad=4#v=onepage&q&f=false . Pág. 41

[6]Awood, Margaret. Pág.156

[7]Atwood, Margaret. Pág. 112

[8] Beasley-Muray, Jon. Poshegemonía. Teoría política y América Latina. Paidós. Buenos Aires. 2010. Recuperado de: https://www.academia.edu/874004/Poshegemon%C3%ADa_Teor%C3%ADa_pol%C3%ADtica_y_Am%C3%A9rica_Latina . Pág. 14

[9]Atwood, Margaret. Pág. 119

[10]Bourdieu, Pierre. El sentido práctico. Siglo veintiuno editores. Buenos Aires. 2007. Pág. 90

[11]Atwood, Margaret. Pág. 236

[12]Bourdieu, Pierre. Pág. 90-91

[13]Gramsci, A. El materialismo histórico y la filosofía de Benedetto Croce. Ediciones Nueva Visión. Buenos Aires. 1971. Pág. 126

[14]Atwood, Margaret. Pág. 12

[15]Atwood, Margaret. Pág. 150

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