El mundo que vivimos
La modernidad acabo
con nuestra ingenuidades religiosas, exacerbó la creencia en el hombre como un
sujeto dueño de sí y de sus propias acciones, prescindiendo de esa vigilancia
permanente desde algún lugar espiritual (la religión). En la actualidad,
vivimos en una expansión que termina contrayéndonos, todos estamos implicados
con todos, alterando nuestras percepciones e identidades, experimentamos el
derrumbe de las bases históricas de la sociedad: un cambio de época, y “… los riesgos que hoy
irrumpen se diferencian de todas las tipificaciones anteriores, primero por su
alcance capaz de influir socialmente y luego por su constitución científica
específica.”[2] Estamos ante nociones
intelectuales vencidas, para analizar y superar la mutación política y la ruina
de la ideología como proyecto.
Ha quedado en
evidencia que ese optimismo moderno en el hombre occidental ha generado una
atmosfera de riesgos marcados por cinco elementos fundamentales: crisis en el
modelo de “desarrollo”; globalización; crisis de la democracia; abrupto avance
tecno científico; problemas demográficos: crecimiento insostenible, migraciones
por: guerras, cambios climáticos, terrorismo, etc. Vivimos en la sociedad
organizada para: generar, distribuir y utilizar el conocimiento, pero al mismo
tiempo se vive intensamente el desconocimiento.
La ciencia, es
criticada por los científicos a puertas cerradas, pero en el mundo exterior las
críticas no generan dividendos, así que, en medio de las críticas, al
desarrollo tecno-científico, seguimos convirtiéndonos en “usuarios” que viajan
rápidamente hacia la autodestrucción. Es imposible hacerse de la “vista gorda”
ante las consecuencias del desarrollo tecnológico que nos inunda, estamos
posiblemente cavando nuestra propia tumba.
El deporte: la representación de la sociedad posmoderna
Al consolidar el
Estado moderno el uso legítimo de la fuerza, de manera unívoca, para sí mismo,
se inició en el mundo un modo de organización social alrededor del control de
las emociones, sobre todo públicamente. En consecuencia, el control de la vida
individual se ha hecho más fuerte y eficaz. Así, “en las sociedades industriales avanzadas, las actividades recreativas
constituyen un reducto en el que, con la aprobación social, puede expresarse en
público un moderado nivel de emoción.”[3]
Un espacio de compensación de las emociones reprimidas donde se permite, a sus participantes y a sus
espectadores, ser “irracionales” públicamente y en compañía: es el deporte. Por
ello, el deporte se ha convertido en un espacio de gran importancia para
entender la sociedad actual.
Pero el deporte que presenciamos en nuestros tiempos se ha ido convirtiendo
es un espacio de control. Hay una “… tendencia, en
todos los niveles de participación pero de forma más patente en el deporte de
alto nivel, hacia una creciente competitividad, seriedad en la participación y
búsqueda de triunfos.”[4] Eso que en principio era una práctica de ocio, de tiempo
libre, etc. hoy se consolida como una práctica bastante seria a todos los
niveles (desde el amateur hasta la profesional) que requiere: horas de
dedicación diaria, sacrificios permanentes, disciplina, sudor, lágrimas, etc.
Esta seriedad del
deporte moderno “…puede atribuirse en
gran medida a tres procesos interrelacionados, que son: la formulación del
Estado, la democratización funcional y la difusión del deporte a través de la
cada vez más dilatada red de interdependencias internacionales.”[5] Así, “… el
deporte se fortaleció alrededor de la figura del Estado, siendo un elemento muy
útil para estimular la integración simbólica, indispensable en la conformación
de la identidad nacional y, desde esa plataforma, se universalizó bajo un
formato que, con sus lógicas transformaciones, ha permanecido hasta el presente.”[6] Pero sin perder de vista
que, los gobiernos buscan la intervención en cuestiones deportivas con el fin
de lograr prestigio nacional a través del triunfo internacional, es como un
espacio de “combate” o de “guerra” propio de estas sociedades controladas.
De igual manera, el mercado ha hecho del deporte una de sus distintas zonas
de influencia, convirtiéndolo en un lugar de inversiones y grandes beneficios
económicos. Para los deportistas significa también: dinero y fama, mientras
son, digamos, los bufones de sus admiradores, quienes se han convertido en un
público que exige permanentemente hazañas inhumanas, así, “… la presión social ejercida sobre los deportistas en
todos los países del mundo para que se esfuercen por ganar en las competencias
internacionales es otro factor que incide en la destrucción del elemento lúdico
del deporte.”[7]
Deporte Post-humano
El deporte es un espacio
donde ver en la práctica los “avances” tecno científicos, a través de: la
intervención tecno-científica para seguir despojando al humano de la madre
naturaleza para lograr la maximización artificial de las potencialidades del
deportista. Esto no es algo nuevo, a lo largo de la historia siempre se ha ido
en esa búsqueda del “progreso”, lo nuevo es está época que hace posible lo imposible:
“…el diseño de dispositivos que permiten
expandir las capacidades físicas e intelectuales de las personas hasta niveles
que acusan asombro.”[8]
Así, como afirma
Sebastián, R. (2014): “El dopaje genético
es el uso no terapéutico – valga la redundancia – de la terapia genética con el
fin de mejorar la habilidad de un deportista, su capacidad de rendimiento y
otros factores decisivos en las competiciones de élite.”[9]Mientras
este se ejecute, bajo los parámetros de las autoridades deportivas (COI) en el “principio de igualar las condiciones para
hacer más justo el deporte”[10] entre atletas con dones y
otros súper dotados, es legitimado. Pero
la defensa del dopaje genético, advierte Sebastián, R. (2014):
“…tiene graves limitaciones, ya que el talento natural no
puede desarrollarse sin el esfuerzo y, por tanto, puede decirse que un
deportista mejor dotado genéticamente no está cometiendo una injusticia contra
los demás al esforzarse en el mismo grado que el resto. Puesto que es un don,
el reglamento deportivo debe considerar distinto al resultado que con él
consigue del que es obtenido por medio del dopaje (cuyos efectos positivos se
sienten por voluntad propia del deportista, a diferencia de los que sucede con
el talento natural.”[11]
El reciente caso de
Pistorius, que logra gracias a sus prótesis de carbono participar no solamente
en competencias paralímpicas, sino que además, logra su participación y
clasificación en unos Juegos Olímpicos, es decir, lograr enfrentarse con “corredores no discapacitados, ha causado un
verdadero motín en los medios deportivos. Colocando en la vitrina mundial las
complicaciones que derivan del brusco desarrollo de la tecnociencia.[12] Y es que, si bien las
“Cheetah Flex – Foot” (prótesis de Pistorius) y su trabajo físico, no fueron
suficiente para ganar, al menos le permitieron clasificar. Cuando en principio
era un atleta paralímpico, con sus marcas ha logrado ser un atleta subjetivo
(en términos deportivos) que puede participar en Juegos Olímpicos y
Paraolímpicos.
Esto abre una puerta
a un nuevo mundo, y es que con “la desaparición de lo humano como único agente, su comunión con otros
no-humanos nos sirve para intentar comenzar a pensar la realidad que nos rodea
de otra forma, mediante otro enfoque.”[13] No
diré que Pistorius es un no-humano, pero parte de su naturaleza amputada fue
reemplazada por piezas producto de los avances tecno – científicos: no-humanos.
En el mundo deportivo, no es Pistorius y sus prótesis el único problema que
acude al post-humanismo, el caso de Caster Semenya, quien tras proclamarse
campeona de atletismo (800m) del mundo, en Berlín, es acusada de ser “hombre”,
se convirtió en otro dolor de cabeza para el mundo del deporte. Efectivamente,
la atleta posee altos índices de testosterona en su cuerpo, pero, su aparato
reproductivo es femenino. Debido a la “imposibilidad de objetivizar” el cuerpo
de Semenya, desde 2008, la atleta no puede competir, las autoridades no saben
qué hacer con ella ¿a qué género pertenece?
En este caso, el presidente del Comité Olímpico Internacional (COI),
Jacques Rogge, en una respuesta sobre el caso de Semenya, entre otras cosas
dijo:
“La testosterona equivale a
rendimiento. Si una persona tiene, por genética o enfermedad, una producción
anormalmente elevada de testosterona, hay que tomar medidas porque perjudica a
las otras mujeres. Eso es lo fundamental porque es muy difícil definir qué es
una mujer, hay excepciones de cromosomas, de órganos sexuales, por lo que es
fundamental la determinación de la testosterona. Si se juntan cromosomas
excepcionales y producción excesiva de testosterona, hay que decir a esa
persona “nos duele, pero no puedes participar.”[14]
Tras estas declaraciones, podemos darnos cuenta de las dificultades que
tiene el la autoridad deportiva para resolver este nuevo inconveniente dentro
del Olimpo. Pero partiendo del hecho de que lo de Semenya es un don genético,
frente al resto de mujeres y no una intervención genética, ¿Por qué es
inhabilitada para competir? Los hechos demuestran que el COI, como el resto del
mundo “legal” construido en la modernidad quiere gobernar hoy con las
herramientas vencidas del ayer.
¿A dónde vamos a parar?
Con el avance tecno científico
“Se abre, por tanto, el camino hacia una
vida radicalmente distinta, menos limitada por la madre natura, sentando, así,
las bases de una discusión de gran trascendencia y de múltiples aristas...”[15] Asimismo, como advierte
Avalos, I.:
“…pareciera que ya se percibe la posibilidad
de unos juegos olímpicos transhumanos, en los que competirían atletas
ciborgizados. Ira, así, perfilándose la cara de una nueva noción del deporte y
el evangelio del olimpismo irá desapareciendo hasta de la retórica de los
discursos. Tal vez casi nadie se acuerde más nunca del Barón Pierre de
Coubertain.”[16]
Pareciera que vamos
rumbo a convertirnos en máquinas, cuando esta tecnología termine por invadir nuestra
sociedad ¿Qué pasará con nosotros? Si, en estos tiempos, no logramos asimilar
las alteraciones que nos han desnudado por completo. ¿Qué pasara con las
categorías que siempre nos determinaron: Hombre y Mujer? ¿Existe el género?
Mientras, al mismo tiempo, se sigue buscando mejoras en la robótica, que:
sentencian en tribunales, hacen sushi o que incluso pueden lograr una
candidatura a un cargo público (Michito Matsuda). A donde asistiremos
mientras seguimos tras “Un modelo
tecnológico eco-depredador que está estructuralmente articulado a la esencia de
la civilización occidental…[17] que hoy criticamos, que hoy pone en jaque la
vida que teníamos y que lanza todo por la borda y nos hace “recomenzar” entre
un pantano, sin rumbo fijo y, asistiendo
a una forma de ser humanos diferente.
Nos encontramos ante
la incredulidad frente a las posibilidades una sociedad mejor, hay una
permanente puesta en duda de la racionalidad de esta idea. La desilusión posmoderna frente a las tecnologías duras es una clara
constatación del fin de aquellos viejos tiempos en los que el ·progreso se
fundaba automáticamente en el desarrollo tecnológico. La crisis de la razón es
también el eclipse del cientificismo que está en su base. [18]
Ahora que tenemos la
vajilla rota, producto de los estragos de ese avance tecnológico, se pone en
duda las cualidades de la razón, la inestabilidad sigue reinando y es lo más
sólido que tenemos, vamos caminando con la mirada hacia atrás, añorando el
pasado y con miedo al futuro.
El desarrollo tecno científico no ha dejado huesos sanos, todo está
atravesado por él, es disruptivo. Genera cambios rápidos y radicales, generan
la sociedad del conocimiento y la del desconocimiento, no hay como regularla
por su capacidad de difusión, es más eficiente que nuestra disposición científico-social
para lograr un consenso. Valdría la pena decir que estamos ante el advenimiento
de un ser humano que no es como siempre ha sido. No sabemos a dónde vamos a
parar, estamos entre un humano que no termina de morir y otro que no ha
terminado de nacer.
Debemos mantenernos en la búsqueda, dentro y fuera de las ciencias, de
recobrar el sueño de las utopías, si bien “la
posmodernidad puede enseñarnos las trampas teoréticas y políticas que
manifiestan que las utopías y el pensamiento fundamentador pueden estar
equivocados…”[19] Debemos buscar no sólo dentro de ellas
la soluciones a la crisis de esta época, de lo contrario sentenciaremos a las
ciencias sociales a una muerte segura, ya que, fuera de nuestros recintos
académicos hay millones de utopías que salen a la calle, no significa que se
cumplan, pero: cuanto sirven para avanzar.
Bibliografía
·
Avalos
Gutiérrez, I. El dopaje Genético (o qué diría el Barón Pierre de Coubertain).
Corporación Colombia Digital. Caracas. 2015.
·
Beck, Ulrich. La
Sociedad del Riesgo, hacia una nueva modernidad. Paidós Básica. Barcelona.
1998.
·
Benhabid, Seyla.
Feminismo y Posmodernidad: una difícil alianza.
·
Dunning,
Eric. Deporte y Ocio en el Proceso de la Civilización. Fondo de cultura
Económica. Madrid. 1992
·
Fujuyama, Francis. El
fin de la historia. Artículo. The National Interest.
Chicago. 1988.
·
Lanz,
R. El discurso posmoderno: crítica de la razón escéptica.
·
Sebastián,
Raúl. Ética del deporte y dopaje. El caso
Armstrong. Fair Play. Revista
de Filosofía, Ética y Derecho del Deporte. Barcelona. 2014.
·
Sebastián,
Raúl. La comercialización del deporte desde la Ética de la competición
deportiva. Universidad de Valencia. Valencia (España). 2011.
·
Sánchez,
Raúl. Post-humanismo en la pista olímpica: casos Pistorius/Semenya y la re-definición del
deporte. Universidad Europea de Madrid. Madrid. 2010.
[1]Avalos
Gutiérrez, I. El dopaje Genético (o qué diría el Barón Pierre de Coubertain).
Corporación Colombia Digital. Caracas. 2015. Pág. 13
[2]Beck, Ulrich.
La Sociedad del Riesgo, hacia una nueva modernidad. Paidós Básica. Barcelona.
1998. Pág. 201
[3]Dunning, Eric.
Deporte y Ocio en el Proceso de la Civilización. Fondo de cultura Económica.
Madrid. 1992. Pág. 85
[6] Avalos
Gutiérrez, I. Pág. 5
[9] Sebastián,
Raúl. Ética del deporte y dopaje. El caso
Armstrong. Fair Play. Revista de Filosofía, Ética y Derecho del Deporte.
Barcelona. 2014. Pág. 54
[10] Sebastián,
Raúl. Pág. 66
[11] Sebastián,
Raúl. Pág. 67
[12] Avalos
Gutiérrez, I. Pág. 24
[13] Sánchez,
Raúl. Post-humanismo en la pista olímpica: casos Pistorius/Semenya y la re-definición del
deporte. Universidad Europea de Madrid. Madrid. 2010. Pág. 56
[15] Avalos
Gutiérrez, I. Pág. 10
[17]Lanz
R. Pág. 80
Hola MARIA...
ResponderEliminarME GUSTA el TITULO, ya que es lo que se viene...
DATE una vuelta por mi BLOG y sabrás de que se TRATA...
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